Hoy se abre al público "Hiperrealismo" en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Para muchos el Hiperrealismo es un movimiento pictórico asombroso por su técnica, por ese "¡mira! parece de verdad!". Pero como bien dijo Guillermo Solana, director artístico del museo, ayer en la rueda de prensa, el Hiperrealismo es mucho más que eso.
Podemos considerar el movimiento un paso más allá del pop, con su fuerte simbología aún del consumismo, de la publicidad. Los artistas pop usaban las fotos en litografías, los hiperrealistas usan la foto como fuente para sus pinturas. Plasman las fotos en los lienzos como si fueran la foto en sí misma.
Fascina además ese ilusionismo de sentirse casi dentro de la obra, de creer que puedes estirar la mano y coger un objeto de los que están representados, de dar un salto y estar dentro de la obra, de creer que esos personajes que aparecen en ella son gente de carne y hueso como tú.
El Hiperrealismo tiene su auge entre 1967 y 1970 en Nueva York a partir de la Documenta de Kasel de 1972 y gracias a Louis K. Meisel, galerista impulsor del movimiento y mayor prestador de la exposición. En ese mismo momento el otro movimiento artístico potente era el conceptualismo. Nada más contrario. Son los dos finales de la pintura vanguardista.
Los artistas hiperrealistas no son un grupo de pintores al uso como lo concebidos habitualmente. No se reúnen, discuten, crean un movimiento común. Son artistas, que cada uno, de forma independiente han ido creando una estética. Unos usan proyecciones, otros la cuadrícula. Unos pintan con aerógrafos, otros con pincel -e incluso, Maier, da un paso más y para pintar coches ¿Qué mejor que pintura de coches?-. Y aunque en un principio parece que solo tienen en común un resultado "hiperrrealista" y el uso de la foto, de forma incosciente terminan repitiendo temáticas y fijaciones. Las ciudades, los objetos cotidianos, la cultura americana. También herencia del pop de algún modo.
El Hiperrealismo, que podemos dividir en tres generaciones, está reunido al completo en esta exposición, con obras realizadas hasta en 2012. Chuck Close, Audrey Flack, Richas Estes, Ben Johnson, Charles Bell o Yigal Ozeri son algunos de los nombres que podemos encontrar en las salas dedicadas a los bodegones, la carretera, la ciudad y la figuración (femenina).
Los reflejos, las texturas, los materiales,... la ausencia de pincelada en las obras y el detallismo casi flamenco enmarcan esta cultura americana setentera de dinners, Harley Davinsons, Nueva York, que sigue vigente aún hoy en día.
Horario: de martes a domingo de 10,00 a 19,00 h, sábado de 10,00 a 21,00. Último pase 1 hora antes del cierre.
Tarifas:
General: 8 €
Reducida: 5,50 € (mayores de 65, pensionistas, estudiantes y familias numerosas)
Gratuita: Menores de 12 años, desempleados.
Exposición temporal + permanente:
General: 12 €
Reducida: 7,5 €
Gratuita: Menores de 12 años, desempleados.
Venta anticipada en taquilla, web y 902 760 511